12/10/12

500 años

500 años ha
Barbados hombres llegaban
Con la cruz sagrada a cuestas
Y empuñando sus espadas.

Recibidos como dioses
Por la absorta población,
Quiso el cruel destino
Que pueda más la ambición.

"¡Por la Corona y la Iglesia!"
A todo infiel aniquilaron,
Vejaron a sus mujeres
Y sus riquezas robaron.

Los ríos americanos
Teñidos de intenso rojo
Fueron los mudos testigos
De cotidianos despojos.

Colonización es igual
A desaparición de culturas,
A explotación de nativos,
A desenfrenada usura.

Descendiente de los barcos,
Indio por adopción,
Reivindica a nuestros muertos
por la "civilización".

Encuentro de dos culturas
Que nunca se pudo dar.
500 años después...
¿Puede seguir todo igual?

Roberto Ruiz - 1992




7/10/12

Sin dormir

Imsomne vago por los mustios parajes
donde moran los engendros
de mis pesadillas más vívidas.
Ellos saben de mi presencia
y se disponen a observar cada movimiento.
La lluvia quema mi piel endeble
impidiéndome dar otro paso.
Y me hundo en el lodo.
Y soy parte de él.
Las flores exánimes son huellas
de lo que ya no existe.
El cadáver de una ninfa,
víctima del sadismo,
vaticina mi futuro.
Así, asintiendo ese augurio,
me dispongo incólume
a ser el festín de las alimañas.



1/5/12

Ser trabajador hoy

Hace poco vi con mis propios ojos como la gente ve a una persona vestida con un mameluco que tenía los vestigios de una jornada laboral ardua. Pasó en un mercado de barrio. El hombre amablemente se dirigió a las distintas góndolas del comercio para adquirir lo que finalmente iba a llevar. A su paso, el resto de la gente se corría como si este hombre estuviese visiblemente afectado por alguna enfermedad.
¿Cómo vemos a un trabajador? ¿Hacemos diferencia entre los "trabajadores de cuello blanco" y los demás?
Etimológicamente trabajo deriva de una tortura medieval cuyo nombre en latín era tripalĭum (tres palos), extendiéndose el verbo tripaliāre como sinónimo de torturar o torturarse. Posteriormente la palabra mutó en el castellano arcaico a trebejare, ya con el significado de esfuerzo, y luego surgió trabajar como sinónimo de laborar.
Según Wikipedia un trabajador es una persona que con la edad legal suficiente presta sus servicios retribuidos. Según Marx, el trabajador (o mejor dicho, el proletario) es aquel que vende al capitalista su fuerza de trabajo, o dicho de otro modo, el obrero se compromete mediante un contrato a realizar un trabajo a cambio de un salario equivalente al valor de la fuerza de trabajo o sea al valor del conjunto de bienes necesarios para su existencia.
¿Nos alquilamos o nos vendemos?
Pareciese como si hoy en día ser obrero fuese una manera de diferenciar y de ubicar en una "casta inferior" a quienes lo sean. De hecho, ya no se dice “trabajador”. El vocablo de estos tiempos para denominar a quien pone su cuerpo al servicio de otro es el de “empleado”. Pero no basta con ser un “empleado”, es decir, un medio, una herramienta para cumplir con un fin ajeno. Además debemos ser “flexibles”. Sí, flexibles, como si en vez de sujetos fuésemos solamente materia. La flexibilidad aparece como una nueva condición “humana” constantemente exaltada por lo que los popes quieren que seamos para ellos. Las famosas 8 horas de trabajo se han transformado en una quimera. La interconectividad nos mantiene atados al mundo del trabajo, somos trabajadores las 24 horas del día.
El tiempo corre y nosotros debemos ir tras él como el conejo tras la zanahoria. Estar en movimiento es una virtud que enaltece la sociedad, y por ello no debemos detenernos nunca. Trabajemos para comprar, para pagar lo que compramos y para que cuando eso que compramos se torne obsoleto volvamos a correr en busca de lo nuevo. Corremos y corremos pero, ¿hacia dónde? Por más que corramos ya no transpiramos. Nuestro cuerpo es el vestigio de nuestra esencia muerta.
¿Y el ocio?
Bueno, el ocio son sólo esos pequeños momentos en los que realmente hacemos lo que tenemos ganas de hacer. Esos momentos en los que nos quitamos el mameluco y somos nosotros mismos. Esos momentos en los que sentimos que aún estamos vivos. Sin alienación.



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24/4/12

¿De quién es mi cuerpo?

Empecé a fumar desde muy joven y puedo aseverar que el cigarrillo ha sido más de una vez mi compañero más fiel. Por supuesto que esto no es una apología del tabaquismo, todo fumador sabe muy bien las consecuencias de sus actos. Pero me sirve como introducción para tocar un tema que me ha estado rondando en la cabeza por varias semanas.
Desde que la Ley Antitabaco ha sido promulgada los fumadores hemos sido convertido en parias, somos señalados como seres antisociales, conspiradores del aire puro, terroristas del encendedor. Y quienes se ponen a la vanguardia de estas actitudes son exfumadores. ¡Cómo si ellos no hubiesen sentido el placer de degustar un cigarrillo tras hacer el amor, de fumar mientras estudiaban o en la sobremesa!
Debería agregar que también es cierto que los fumadores somos irrespetuosos. Encendemos un cigarrillo sin siquiera preguntar si a alguien le molesta. Pero al aire libre ¿a quién puede molestarle? Porque puedo asegurarles que esto también ocurre.
No me gusta cuando intentan imponerme razones. Menos aún cuando intentan imponerme "leyes de convivencia". Y no es que sea un anarquista de café. Lo que desearía es que realmente se me permita hacer lo que quiera con mi vida, con mi cuerpo.
Nadie tiene derecho a violar mi libertad de criterio y mi autonomía ya que después de todo, mi cuerpo es mío. Soy yo quien conoce mis circunstancias. Soy yo quien deberá sobrellevar las consecuencias de mis acciones o, en determinadas circunstancias, celebrar los aciertos de mis decisiones. Y aquí debemos hacer un alto en nuestra marcha y darnos cuenta de la propaganda que nos lleva a pensar que nuestro cuerpo no nos pertenece.
Para la religión nuestro cuerpo es "un regalo de Dios" que pertenece al alma que lo habita y que necesita de un "hábitat limpio" para su realización. Para el Estado, es de su pertinencia en cuanto constituye la esencia del individuo social, del ciudadano.
Llegamos a este punto donde nosotros no somos nuestros propios dueños. Estamos alienados de nuestro cuerpo. Somos extranjeros de nuestra anatomía.
Y ocurre esto de manera más vehemente con otras cuestiones.
En cuanto al tema del aborto, por ejemplo. Soy pro-abortista porque creo firmemente en la libertad individual. Aunque sea varón no puedo dudar en apoyar este reclamo. Creo que quien decide tomar esta durísima decisión debe contar con las facilidades para hacerlo, debe contar con un Estado que le permita ejercer el derecho a decidir sobre su cuerpo con total libertad. Por estas mismas razones, también estoy a favor de la eutanasia. Yo he visto el sufrimiento y la lenta agonía de mis padres (sí, de ambos) sin que se les haya permitido el mínimo atisbo de dignidad ni siquiera en sus momentos finales. Aunque no quisiera que esto se malinterprete como un golpe bajo en mi relato sino como la exposición de mi firme convicción en cuanto a este tema a la distancia, con la mente clara.
Deberíamos intentar sublevarnos y retomar el control de nuestro cuerpo.
Obviamente me encantaría discutir con alguien que esté en contra de estas cuestiones y que no esté corrompido por dogmas o cierta dosis de ecolalia. En este tipo de posturas anquilosadas es justamente donde residen los peores vicios: la abyección de la mente, la genuflexión del pensamiento.





11/4/12

Antiguos espectros

Estático en un paisaje indómito.
Perpetuo ante el raudo transcurrir.
Contemplo todo a través de un vidrio quebrado.
Antiguos espectros se acercan
para llevarme a su morada.
Y quitando mi blindaje
me dejo llevar
por esos rostros conocidos
al oscuro intersticio
de una vida infructuosa,
de una vida anodina, obcecada.
Las hojas caen señalando
el final de mi estío,
el ocaso de mi sol.


2/4/12

Los soldaditos del sur

Hacía frío.
Era Viernes Santo.
Yo hacía un picado con punzón sobre la figura de un huevo de Pascua cuando mis padres me llamaron para ver la televisión. Estaba en 5º grado cuando la bandera argentina volvió a flamear en ese lugar. Un lugar extraño que comenzaron a decirme que nos pertenecía. Así fue como, a partir de ese día, mis maestras pasaron a ser "patriotas combatientes".
Tuvimos que aprender la geografía, la historia, el ecosistema de esas islas a las que no había oído nombrar antes y que me decían que eran nuestras. Tuvimos que aprender de memoria la "marcha de las Malvinas" que aún recuerdo con precisión. Y tras el comienzo de la Guerra tuvimos que aprender como cubrirnos ante la inminencia de un ataque aéreo...
Con sólo 10 años tuve que presenciar esa especie de reality en el que la Guerra se había transformado. Todo el mundo, en todos lados, todo el tiempo hablando de lo mismo.
Y yo, escribiendo cartas a los "soldaditos del sur"...

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26/3/12

Soliloquio

Solo otra vez.
Seco en un mar de gente
como tantas veces en la vida.
Un soliloquio en mi interior.
La ansiedad de lo que no llegará.
Fotos esparcidas en mi memoria
como un inventario indecente.
Solo otra vez.
Mi vida entre paréntesis
como tantas veces en la vida.
Arrojo palabras muertas
desmembrándolas en la sintaxis demente
de la cercenación.
Solo otra vez.
Al borde de la psicopatía
como tantas veces en la vida.

21/3/12

El fin, el verdadero fin

Cuando uno se topa de frente con la finitud de la vida comienza a valorarla y, al mismo tiempo, comienza a interrogarse acerca de su sentido.
Somos mortales. Es lo primero que surge no como epifanía sino como una manifestación irreverente y palpable de nuestro ser. Y frente a ello muchos intentan evadir esa sensación de encierro en un cuerpo espúreo adoptando un "seguro post-mortem", la esperanza de una vida ultraterrena. No voy a intentar una crítica de la fe (concepto exento de sentido en mi cosmovisión). Algo más acertado sería una descripción de mi último encuentro cercano (no personal) con la Parca.
Situación: No siendo muy afecto a asistir a sepelios me vi en la obligación de asistir a uno, como forma de representar con esta acción mis respetos hacia la memoria del difunto.
Llantos por doquier. Pañuelos húmedos. Abrazos y besos. No sé, no quiero ser inhumano pero siempre pensé que ese tipo de demostraciones no hacen más que exteriorizar nuestra pena, no por el muerto sino por nosotros mismos, por el dolor de ya no tenerlo entre nosotros, una cuestión por demás egoísta.
No sé tampoco cual es el sentido de la vida. "Vivir sólo cuesta vida" decían los Redonditos de Ricota en los '80. Si esto es así intentemos que ese costo sirva para algo. Que sirva para ayudar a quien/es tenemos a nuestro alcance, que sirva para arrancar una sonrisa, una inquietud, un momento memorable.
Porque eso es la vida...sólo un momento.

21/1/12

Acerca de la libertad

El otro día hablaba con un amigo de las connotaciones acerca de la libertad que todos hemos asimilado tras nuestro paso por la escuela. Sin duda esto fue motivo de discusión entre filósofos de todos los tiempos. Aclaro (por las dudas) que ninguno de los dos hemos ido a la facultad de Filosofía ni intentamos emular los raciocinios de Sartre, de Hegel, de Kant, de Leibniz, del Barón d’Holbach o de Hartmann. De hecho, conocer si podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como individuos pensantes podemos hacer.
Desde pequeños nos han dicho que la libertad propia "empieza donde termina la libertad del otro". En este mundo globalizado ya no es así. Todo cambió en forma vehemente tras el 9/11. Y la libertad pasó a ser una utopía más.
De la peor manera nos hemos percatado de que la globalización es deshumanizante ya que antepone al mercado como ídolo al cual debemos adorar, haciendo una interpretación reduccionista o empobrecedora de la realidad y del ser humano. La racionalidad y el tipo de verdad en el que se basa posee una estructura utilitarista, no altruista (la verdad y la razón dependen de las ganancias); y acrítica y apologética o “idólatra” ante el poder financiero y la extensión globalizadora del consumismo y del mercado como fundamento del desarrollo global universal. En otras palabras resurge la mitología. El mito del mercado, básicamente, consiste en pensar que la realidad no es otra que la que se nos dice que es. Se nos presenta un nuevo infierno (el miedo es una herramienta al servicio del poder) la exclusión del bienestar: la pobreza y el sufrimiento.
Ante tal panorama distópico la libertad pasa a entenderse como la capacidad de adaptarse a la realidad que te ofrecen dentro de ciertos parámetros instituidos por el sistema. Dentro de estos parámetros se inscribe el cercenamiento y/o el condicionamiento de la realidad virtual ya que para pensar sin restricciones debemos tener libertad de opciones y ser libres para elegir. El paradigma de una internet libre está lentamente acercándose a su fin.
Muchos no logran comprender la extensión del proyecto de ley H.R. 3261 (suspendido momentáneamente) impulsado en los EE.UU. La realidad es que cualquier persona o empresa del mundo resultará afectada porque la mayoría de los servidores de Internet se encuentran en ese país de América del Norte. Es parte de un movimiento reaccionario que se ha evidenciado en leyes (como la ley Sinde en España) o en intentos de censura (el caso Taringa! en Argentina).
Sin embargo ante este avasallamiento varias voces se han alzado. El caso más emblemático es el del grupo de hackers Anonymous que ha lanzado un ataque a escala mundial. Si, como un T.E.G. virtual. Ellos la llaman "World War Web" (Guerra Mundial de la Red) parodiando el archiconocido "World Wide Web" (Red Global Mundial).
No sabemos como evolucionarán los sucesos pero mi amigo y yo ya hemos tomado partido. ¿Y vos?