19/11/15

¿Futuro o pasado?

La elección de este domingo es sumamente importante.
No sólo porque es una elección presidencial sino porque se debe elegir entre dos alternativas. Ponganles el nombre que quieran.
No soy peronista. Nunca lo fui. Pero he defendido históricamente ciertos derechos que se han conquistado en estos años. Por eso mismo no puedo permitirme el lujo de ser tibio. La historia escupe a los tibios.
Obviamente aún hay muchas cosas por hacerse, muchas necesidades a cubrir. Pero tampoco olvidemos que 10 años en la historia de este país es un suspiro frente a casi medio siglo de deterioro progresivo.
La famosa "revolución de la alegría" esconde en sus entrañas las carcajadas de los mismos que han destruído este país con anterioridad.
Aún así, hay una palabra que no puedo evitar mencionar: la empatía.
¿Qué seríamos sin empatía? Una risa vacía.
Tuve la suerte de tener trabajo siempre. Algunos mejores que otros.
Tuve la suerte de poder estudiar. Y de seguir haciéndolo.
Tuve la suerte de tener padres que me brindaron lo máximo que pudieron para que la vida me sea más cómoda.
Tuve la suerte de viajar y conocer otras realidades.
Pude tener un hijo sano, que crece con verdadera felicidad, disfrutando de ese momento único que es la infancia.
¿Somos muy distintos vos y yo? Quizás, un poco.
Pero... ¿Y todos aquellos que no tuvieron nuestra suerte?
Allí se pone de manifiesto la empatía.
Porque puedo reclamar derechos para los homosexuales sin serlo.
Puedo reclamar mejores condiciones de vida para las empleadas domésticas sin serlo.
Puedo reclamar por muchos sectores cuyos derechos han sido vulnerados y no pertenecer a ninguno de ellos.
Repito: ESO es empatía.
Muchas veces he llegado al cuarto oscuro engañado por la pureza virginal sobre la que algunos intelectuales se montan, la torre de marfil desde la que pretenden hablar, que no es más que una forma de no embarrarse en política. Y la política es barro. No es sólo el voto, es defender tus convicciones todos los días. Podemos discutir métodos, planes, programas, estrategias, etc. pero no podemos hacerlo desde el odio y el rencor de clase. Porque muchas veces esa otredad es mucho más cercana a nuestra realidad de lo que creemos.
Podés acordar conmigo o no. Pero ahora contás con los elementos para que entiendas desde qué lugar hablo.
Por eso también, creo que las palabras de Jauretche resuenan con más fuerza que nunca: "Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor".

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