31/12/13

2013

Se va el año más largo de mi vida. Y no es una metáfora. Lo empecé en Roma (4 horas antes por esa cuestión de los husos) y lo terminaré en éste, mi lugar, cuando el reloj anuncie la llegada del nuevo año.
No soy triscaidecafóbico y por esa simple razón este año terminado en 13 fue uno de los mejores de los últimos tiempos. Viajé, me mudé, soñé, cumplí sueños. Amé, abracé, reí y viví. Conocí gente increíble, estreché mis lazos fuertemente con aquellos que ya conocía y me sigo entusiasmando en cada nuevo encuentro.
Estoy en una ardua lucha sin tregua contra mis demonios a quienes estoy doblegando. Estoy reaprendiendo a amarme y a amar a mis seres queridos. Ya no tengo miedo de demostrar afecto. Mi corazón estuvo cascoteado, olvidado y prisionero en un rincón oscuro de mi pecho, sojuzgado por este cerebro implacable que me gobierna. Su condena terminó, definitivamente.
Durante mucho tiempo estuve peleado con la vida y en este año hicimos las paces. Aprendí a ver lo bueno, lo maravilloso, lo espontáneo y lo sorprendente del día a día, en cada persona. Veo mis errores con más claridad y sé que puedo superarlos. Me redescubro en cada mañana.
Escupo la flema del dolor. Y escupo mi parecer que puede resultar incómodo a los demás. Y sigo buscando a mis lágrimas que se perdieron hace ya bastante tiempo.
Así y todo, aún conservo esa es
a esencia curiosa, empática e idealista que cree en un mundo mejor. Mi brújula encontró su norte y hacia él me dirijo.
Estoy más viejo, es verdad. Pero tengo más planes que nunca.
Estoy más viejo. Pero me río más y refunfuño menos.
Estoy más viejo. Pero... qué carajos!! Sigo bailando el ritmo frenético del pulso vital.
Bailamos?


Que todos tengan un año casi tan maravilloso como el que tuve.
Los quiero amigos.
Besos en cada nalga.
Y Feliz 2014!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario