Me topé contigo
en la esquina de tus días
cerca de la locura,
cerca de la muerte.
Ungida por el agua poluta
de un dios sombrío
te acercaste a mí.
Lo vi tomando el control,
navegando tus ríos,
escribiendo el obituario,
atizando el fuego frío.
Tu voz oscura y deforme
me estremeció.
Tu mirada gélida e inerte
me atemorizó.
Y te vi lista
para el apocalipsis.
Tu pegaso siniestro
cabalga hacia el despeñadero.
Y no puedo sofrenarlo.