alterando mi cosmovisión.
Tus ojos reflejaron los míos
que reflejaron los tuyos
reiterando la imagen.
Nos repetimos infinitamente
tornando eterno ese instante.
A nuestro alrededor
la imagen se trastocó
haciéndose borrosa, desdibujada,
hasta desaparecer.
Un hipnotismo mutuo.
Una sugestión recíproca.
Te conocí sin hablar
y me comprendiste sin preguntar.
Y así, posesos,
levitamos sin vértigo hacia el nirvana.
